Es difícil imaginar lo que significaba la esclavitud en la colonia de Cuba, en el siglo XIX. A los que ostentaban el poder no parecía importarles otra cosa que producir azúcar, mucho azúcar, aunque fuese a costa del dolor lancinante de cientos y miles de esclavos. ¿Cuánto de ese sufrimiento no pesará todavía sobre el karma que quizás arrastramos aún como país? No era sólo el trabajo forzoso y extenuante, era el control absoluto sobre la vida de seres humanos a los que se les negaba su condición misma de tales, su esencia de personas.
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