Viajando por La Habana en nuestra defectuosa máquina del tiempo, se me ha pasado la última estación del siglo XIX y he llegado a principios del XX. Desciendo con cuidado del tranvía. De un lado a otro pasa mucha gente, casi toda bien vestida y animada. Escucho parte de lo que anuncia un vendedor de periódicos: más noticias sobre el fin de la guerra, el peligro bolchevique que amenaza desde Moscú, continúa la huelga en no sé qué gremio y un producto maravilloso de nombre impronunciable. Alcanzo a leer, en un ejemplar del Diario de la Marina, que estamos en diciembre de 1918. Es decir, acaba de terminar la Primera Guerra Mundial, y todos se ilusionan creyendo que la paz durará para siempre. La economía va muy bien, gracias al alto precio al que se cotiza el azúcar, pero yo sé que esto va a cambiar en pocos meses.
En broma y en serio, La Habana ante el inicio de la Guerra de los Diez Años (1868–1878)
En La Habana de los años de 1868 y 1869, los ánimos estaban muy caldeados. En octubre de 1868, estalló la guerra en Manzanillo, Bayamo y otros territorios orientales, pronto secundados por Camagüey y Las Villas. El 22 de enero de 1869, hubo un incidente en el Teatro Villanueva de la capital, que provocó varios enfrentamientos a lo largo y ancho de la ciudad. En octubre de ese mismo año, el joven José Martí y otros compañeros tendrían una confrontación con ciertos voluntarios del Batallón de Ligeros, lo que más tarde los condujo a la cárcel.

