Una ovación para el Marqués de la Pezuela, capitán general de Cuba entre 1853 y 1854
Respecto a la época colonial de la historia de Cuba, poco sabemos de los capitanes generales españoles, más allá del amplio poder que ejercían y del carácter despótico que se les atribuye a muchos de ellos, como a Miguel de Tacón o al tristemente célebre Leopoldo O’Donnell. Además, casi todos fueron señalados por corrupción, al considerarse que se beneficiaban de la trata clandestina de esclavos y de otros negocios turbios. Sin embargo, queremos referirnos a una figura que sería rechazada justo por lo contrario, Juan de la Pezuela, quien ocupó el cargo poco tiempo, entre diciembre de 1853 y octubre de 1854.
Trayectoria y carácter del Marqués de la Pezuela
Nacido en Lima, en 1810, antes de llegar a la Isla había desarrollado en España una brillante carrera militar. Entre sus destinos anteriores se encontraba la Capitanía General de Puerto Rico, que ocupó entre 1848 y 1851. Ostentaba desde 1852 el título de Marqués de la Pezuela, al que más de una década después se le añadió el de Conde de Cheste. Era también un hombre amante de las bellas letras, autor de varias composiciones poéticas, obras de teatro y traducciones, si bien no todas muy bien logradas. En cuanto a la política, resulta una figura contradictoria. En España suele ubicarse en el espectro más conservador, apegado en sus ideas y costumbres al Antiguo Régimen.
Reproducción fotomecánica de un retrato de juventud de Juan de la Pezuela (1810–1906), disponible en la Biblioteca Digital Hispánica, coloreado mediante i.a.
Sin embargo, en Cuba, fue un tenaz defensor de los esclavos y de la población negra libre, conducta que era más propia del movimiento liberal. Desde su llegada, persiguió por todos los medios la trata clandestina de esclavos, y no aceptó soborno alguno, lo que le atrajo la animadversión de los comerciantes españoles que participaban en este cruel negocio, así como de los criollos que se beneficiaban del mismo. Procuró además la completa libertad de los emancipados, que eran precisamente los individuos traídos de África por medio de la trata, declarados como tales cuando las embarcaciones en cuestión eran descubiertas y capturadas por el gobierno. Jurídicamente eran libres, pero en la práctica vivían en condiciones similares a la esclavitud, muchas veces ignorantes de su particular condición.
También formó compañías voluntarias de hombres negros, integradas en los batallones de blancos, lo que algunos consideraban peligroso por la organización y posesión de armas. Otra cuestión controversial para la época fue que apoyó los matrimonios interraciales, siguiendo la línea trazada por el Arzobispo de Santiago de Cuba, Antonio María Claret, contra el concubinato. Hasta entonces, la legislación de Indias, abierta a distintas interpretaciones, complicaba sobremanera estos enlaces. Tal fue la conducta de Pezuela, que en una proclama que circuló a su favor, se mencionaba, desde las concepciones racistas de la época, que su único defecto había sido “querer darles á los negros cierta preponderancia que los ha puesto, como ignorantes que son, de una manera que casi insultaba á los blancos”.
De conspiradores y delatores
Por otra parte, ha trascendido una interesante anécdota, que refuerza la perspectiva de que Juan de la Pezuela era un hombre íntegro y justo. En una ocasión, acudió a la Capitanía General un delator, con el objeto de entregarle un documento con los los nombres de los participantes en cierta conspiración separatista. Al respecto, cuenta José Ignacio Rodríguez:
Se manifestó muy indignado el General Pezuela con las maquinaciones de los cubanos, y preguntó al denunciante qué pena merecían tales ingratos y traidores. El denunciante, participando de la indignación del Capitán General, contestó con vehemencia que solo con la hoguera encontrarían su merecido.
—“Tiene Ud razón», exclamó el General, «voy a quemar a esos traidores, a quemarlos a todos sin perdonar uno siquiera.»
Y acercando la lista a la llama de una vela que estaba cerca, aguardó a que el papel, que no leyó, fuese completamente consumido.
Recreación con i.a. de la escena relacionada con la delación en la Capitanía General de Cuba, a partir de un retrato de Juan de la Pezuela que se conserva en la Real Academia Española, de la que fue director.
Por la vida y la libertad en tiempos convulsos
En esta época, estaba en auge el movimiento anexionista y se fraguaban varios preparativos insurreccionales, en Cuba y en los Estados Unidos. En 1851, bajo el gobierno de José Gutiérrez de la Concha, habían sido ejecutados Narciso López y alrededor de cincuenta ciudadanos norteamericanos que lo acompañaban. También sufrieron la misma suerte Isidoro Armenteros y Joaquín de Agüero, respectivos líderes de los alzamientos planificados en Trinidad y Camagüey, junto a otras figuras separatistas. Al año siguiente, siendo capitán general Valentín Cañedo, fue sentenciado a muerte el joven Eduardo Facciolo, impresor del periódico clandestino La voz del pueblo cubano. Otros contemporáneos padecieron la prisión o el exilio por delitos de imprenta, como Ricardo Fresneda.
Fragmento de texto sobre el desempeño del Marqués de la Pezuela en Cuba, tomado de Chamorro y Baquerizo (s.a.).
El Marqués de la Pezuela, en cambio, solicitó ante la Reina Isabel II la amnistía de quienes habían tomado parte en conatos insurreccionales, y autorizó el regreso de los expatriados. Al concluir su mandato, ciertos detractores lanzaron varias publicaciones en las que vertían críticas más o menos veladas a su administración. No pudo menos que asumir públicamente su defensa un hermano residente en Cuba, José de la Pezuela, con un escrito fechado el 3 de octubre de 1854. El mismo vio la luz en varios periódicos, entre ellos La Prensa. Concluye en los siguientes términos:
El Marqués de la Pezuela, si no recibe turbulentas ovaciones al dejar estas playas, espera el juicio de un porvenir que no va á ser muy largo, y lleva á lo menos consigo la paz de su conciencia y la satisfacción inefable de haber mas que ningún otro de sus predecesores enjugado lágrimas cubanas.
A pesar del buen empeño de Pezuela y de otras capitanes generales, la situación política continuó polarizándose, hasta llegar al estallido de la Guerra de los Diez Años, el 10 de octubre de 1868. Si quieres acercarte al ambiente que existía entonces en la capital de la Isla, sígueme a En broma y en serio, La Habana ante el inicio de la Guerra de los Diez Años (1868–1878)
Fuentes bibliográficas / documentales
Chamorro y Baquerizo, P. (Dir.) (s.a.). Estado Mayor General del Ejército Español. Historia individual de su cuadro de 1851 a 1856. [Establecimiento tipográfico a cargo de Ramón Santacana].
Estorch, M. (1856). Apuntes para la historia sobre la administración del Marqués de la Pezuela en la isla de Cuba, desde el 3 de diciembre de 1853 hasta el 21 de septiembre de 1854. Imprenta de Manuel Galiano.
Hernández, M. (2007). Clarín contra el Lucero del Alba (Marqués de la Pezuela, Conde de Cheste). Lectura y signo: revista de literatura, 2, 237-276. https://doi.org/10.18002/lys.v0i2.3201
Morales y Morales, V. (1901). Iniciadores y primeros mártires de la Revolución Cubana. Imprenta Avisador Comercial.
Rodríguez, J. I. (1900). Estudio histórico sobre el origen, desenvolvimiento y manifestaciones prácticas de la idea de la anexión de la isla de cuba a los Estados Unidos de América. Imprenta La Propaganda Literaria.
Sedano y Cruzat, C. (Comp.) (1873). Cuba desde 1850 á 1873. Colección de informes, memorias, proyectos y antecedentes sobre el gobierno de la Isla de Cuba. Imprenta Nacional.
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