En broma y en serio, La Habana ante el inicio de la Guerra de los Diez Años (1868–1878)

En La Habana de los años de 1868 y 1869, los ánimos estaban muy caldeados. El 10 de octubre de 1868, estalló la guerra en Bayamo y otros territorios orientales, pronto secundados por Camagüey y Las Villas. El 22 de enero de 1869, hubo un incidente en el Teatro Villanueva de la capital, que provocó varios enfrentamientos a lo largo y ancho de la ciudad. En octubre de ese mismo año, el joven José Martí y otros compañeros tendrían una confrontación con ciertos voluntarios del Batallón de Ligeros, lo que más tarde los condujo a la cárcel.

Representación de los sucesos del Teatro Villanueva, el 22 de enero de 1869. Tomada de Habana Radio y procesada con inteligencia artificial.

En realidad, la mayor parte de los estudiantes se oponía al régimen existente en la Isla. Y eso que no había entonces apagones, pues todavía faltaba más de una década para que Thomas Alva Edison inventara en los Estados Unidos la bombilla eléctrica…, que por cierto la primera vez logró que se mantuviera encendida por 40 horas.  Pero qué digo, si aún quedaba casi un siglo para que en Cuba comenzaran los apagones, de 40 horas y más….

Los criollos se lamentaban de la ausencia de representantes en las Cortes y de los escasos derechos del pueblo. En la Isla, los gobiernos reformistas de Francisco Serrano (1859 – 1862) y Domingo Dulce (1862–1866) permitieron cierta libertad de imprenta, pero la censura se había recrudecido con la llegada de Francisco Lersundi como capitán general. Para entonces, muchos cubanos habían tenido que marchar al exilio por ciertas publicaciones, como Ricardo Fresneda. Todas las columnas de los periódicos eran ocupadas con supuestas muestras de apoyo al gobierno español y a los “valientes voluntarios”.

En el Diario de la Marina, número tras número, se repetían consignas del estilo de “¡Vivan España y Cuba unidas, hasta la consumación de los siglos!”. Incluso, llegaba a afirmarse textualmente: “En la isla de Cuba solo existe una nacionalidad legítima, comprada con sangre castellana y sancionada por los siglos, y esta nacionalidad es la española”. Por razones obvias, no tenemos nada en contra de la nacionalidad española, de hecho, estamos muy a favor, buscando por toda la Península a nuestros ancestros. Pero… ¡qué manía de querer extender los sistemas políticos por siglos y por milenios!

En cuanto a las necesidades básicas, en particular la alimentación, había en 1868 tres mercados importantes en la ciudad. El de Cristina estaba situado en la Plaza Vieja, entre las calles de Muralla, San Ignacio, Teniente Rey y Mercaderes. El del Cristo radicaba en las inmediaciones de la Iglesia del Santo Cristo del Buen Viaje, siguiendo por la propia calle de Teniente Rey, y limitado también por las de Bernaza, Villegas y Michelena. Existía otro en la Plaza del Vapor, extramuros, entre las calles de Reina, Galiano, Dragones y Águila. Recibía el nombre de la propia plaza o de “Mercado de Tacón”, pues el capitán general Miguel de Tacón lo había mandado a reconstruir entre 1834 y 1838.

Mercado de Cristina, Hazard (1871)

Las pulperías eran más pequeñas que los mercados y ofrecían productos para el consumo diario, como las bodegas de años posteriores, además de ser espacios de socialización. Los vendedores ambulantes también pululaban por los barrios con sus pregones de diferentes productos; aunque todavía no vendían aromatizante ni cubos plásticos.

Vendedores ambulantes en Cuba, grabado de 1870, reproducido de MEISTERDRUCKE. En otras fuentes, aparece al pie “Le Boulanger, à Cuba. – Dessin de Karl Girardet”: SHUTTERSTOCK.

Según relataba el viajero norteamericano Samuel Hazard, quien visitó la Isla a fines de la década de 1860, la urbe contaba asimismo con varias pescaderías. Peces que ya nos han abandonado, tenían entonces a bien nadar por nuestras aguas y dejarse pescar, como lenguado, robalo, pargo y rabirrubia; esta última solía costar veinte centavos la libra. También abundaba el pez gato, pero se consideraba tóxico. A este orden pertenece la famosa claria, que actualmente se pesca mucho en las redes, es decir con redes, aunque también funciona bien el anzuelo.

Este viajero norteamericano no era agente de la CIA, pues el organismo no comenzó a funcionar hasta 1947. Aun así… quien sabe si podría ser el tatarabuelo de algún agente, pues sus opiniones resultan sospechosas. Afirmaba: “Es raro que una comida en Cuba carezca de pescado, pues aun en el interior de la isla algunos de sus ríos contienen abundantes peces. Uno de los antiguos historiadores da como razón de haberse establecido los primeros habitantes en las costas de Cuba, con el objeto de poder abastecerse siempre de pescados”. Si esto es verdad, los últimos habitantes van a tener que irse muy pronto, pues no sólo se han marchado ya estos animales acuáticos, sino también muchos de los terrestres.

En la época a la que nos referimos, había cierta higiene y organización en el expendio de los alimentos, que eran abundantes y variados. Sin embargo, Hazard consideraba un desagradable espectáculo los cuartos de res (vaca), colgando por todas partes o apilados en carretones. Actualmente no vemos ese tipo de escenas. De hecho, para ver algo parecido, hay que hacer una larga fila y tener una tarjeta para el acceso. Así no se afea el ornato público.

En cuanto al transporte, comentaba Hazard: “Aun cuando son pocos los trenes de pasajeros en la Habana, es tal la abundancia de toda clase de vehículos públicos, que puede decirse que no se encuentran a faltar aquéllos, pues para ir a cualquier lugar todo lo que hay que hacer es pararse en frente del hotel o en la próxima esquina, y a los tres minutos, a lo sumo, podréis escoger entre una docena de vehículos, que constantemente pasan en todas direcciones, y que por veinte centavos os conducirán a cualquier lugar”.

Ferrocarril de La Habana a San Diego, tomado del blog de José Antonio Rodríguez de la Cruz.

En la actualidad, si quiere llegar, por ejemplo, desde el mercado de Carlos III a Marianao, una socorrida opción es abordar un P4 y después un P5 en el Vedado. Pero en vez de ese recorrido, creo que es más rápido planificar un viaje en el tiempo, así como lo oye. Desde el Mercado de Carlos III puede viajar, sin moverse de sitio, hasta la estación de Concha de 1868. Entonces pude tomar el tren para Marianao y, una vez en Marianao, volver al presente de Marianao, que es un barrio que tiene de todo. Pero no sé, si es usted una persona que ama la historia, le recomiendo mejor que aproveche la oportunidad y se quede a vivir en 1868, hágame caso.

Fuentes bibliográficas / documentales

Diario de la Marina (1 de enero de 1869), 26(1).

Diario de la Marina, (26 de enero de 1869), 26(22).

Hazard, S. (1871). Cuba: A Plume of the Pearl of the Antilles. Hartford Publishing Company.

Hazard, S. (1928). Cuba a pluma y lápiz. “La siempre fiel isla” (T.1). Editor Cultural, S.A.

Sarmiento Ramírez, I. (2003). La alimentación cubana, (1800-1868): sistema de abasto y comercialización. Anales del Museo de América. https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/1433325.pdf

Sobre la sumaria instruida contra los infidentes Fermín y Eusebio Valdés Domínguez, Máximo (o Anastasio) Fortier, Santiago Balvín y Manuel Sellén, acusados de insultar al Batallón de Voluntarios Primero de Ligeros. Se ordena la detención y presidio de José Martí y Pérez. Archivo Histórico Nacional (ES.28079.AHN/16//ULTRAMAR,4403,Exp.49), Madrid, España.

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O, si quieres viajar un poco más adelante en el tiempo, no te pierdas La Habana de 1918 y el insistente espíritu de Manuela.

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